UN DÍA CUALQUIERA

 UN DÍA CUALQUIERA


Un día cualquiera, un día X, desperté y era otra persona, era mi alter ego, un empresario, 

una persona capaz, firme, inteligente, extrovertida y decidido, ni siquiera necesitaba tener 

un nombre.

No se trata de lujos o de dinero, ni de tener una gran camioneta o personas a mi disposición, 

nooo, se trata de mí, de lo que quiero y puedo llegar a ser.

El trabajo comienza en la mañana, a pesar de que nunca he sido una persona mañanera, 

llegar a la oficina, o debería decir al edificio, al consorcio PB (Priego Beauregard), ubicado 

sobre Paseo Tabasco, la avenida más importante de Villahermosa y en donde me gusta 

llamar la atención de la gente, en asuntos de alta importancia, como revindicar a la mujer 

tabasqueña, de piel morena, no como las embajadoras de la feria anual, que casi siempre 

gana la más güera, flaca y popular, en contraparte de la verdadera mujer trabajadora 

tabasqueña, o con decoraciones del Día de Muertos, grandes, de papel mache, hechas por

artesanos tabasqueños, coloridas, que llamen mucho la atención.

Pasar por el vestíbulo seguro de mi persona, vestido de traje, guapo, sin humildad puritana, 

preguntar por las novedades, por los avances, por los nuevos proyectos.

En el primer piso, estará la Fundación, especializada en reunir fondos para eventos en pro 

y protección de la comunidad LGBTQ+, históricamente protegida y marginada.

En el segundo piso, estará el set de televisión y medios, con el equipo más sofisticado y de 

última tecnología, pues no serán gasto, sino inversiones, quien no habla, no es escuchado.

En el tercer y último piso, estará mi oficina y la sala de junta, en donde crearé productos y 

proyectos, en base a todas mis “locuras creativas”, sin ningún remordimiento.

Ese seré yo, si solo me doy permiso de serlo.







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